Miércoles 2 de enero de 2019
Testigos de Jesús en las palabras de Francisco
Este enero se cumple un año de la visita del Papa Francisco a Chile y en los diversos lugares en que estuvo, entregó una palabra iluminadora frente a cada realidad que le tocó visitar. Resaltamos aquí algunas frases seleccionadas y comentarios de quienes fueron testigos presenciales de su recorrido y sus mensajes.
15 de enero Parroquia San Luis Beltrán
Padre Julio Larrondo, párroco. “Apenas el Papa llegó a la parroquia le agradecí por estar ahí, en ese sector de gente sencilla, humilde. Inmediatamente le comenté el problema de la droga y el alcohol, y el ambiente de agresividad y violencia que genera. Hablamos también sobre la misión que tiene la Iglesia hoy. Él me recordó su frase que hay que salir a “hacer lío” en medio de este ambiente. En el fondo me estaba diciendo que nosotros no tenemos que quedarnos instalados en la parroquia, tenemos que salir al encuentro de la gente afuera, en la calle, en las plazas, en las casas. Por eso nos hemos planteado en la planificación del próximo año que realmente tenemos que salir al encuentro de las personas, a través de la masificación de las misiones, por ejemplo. Además, junto a la fundación Enrique Alvear pondremos una placa de su visita. Desde entonces las visitas a la tumba de Don Enrique (en proceso de canonización) han aumentado. Hay muchos que se sienten felices y orgullosos de que en esta parroquia haya estado el Papa Francisco apenas llegó a Chile. Fue un gran signo de cercanía hacia los más pobres”.
16 de enero Discurso en La Moneda
Francisco: “Es preciso escuchar: escuchar a los parados (cesantes), que no pueden sustentar el presente y menos el futuro de sus familias; a los pueblos originarios, frecuentemente olvidados y cuyos derechos necesitan ser atendidos y su cultura cuidada, para que no se pierda parte de la identidad y riqueza de esta nación. Escuchar a los migrantes, que llaman a las puertas de este país en busca de mejora y, a su vez, con la fuerza y la esperanza de querer construir un futuro mejor para todos. Escuchar a los jóvenes en su afán de tener más oportunidades, especialmente en el plano educativo y, así, sentirse protagonistas del Chile que sueñan, protegiéndolos activamente del flagelo de la droga que les cobra lo mejor de sus vidas. Escuchar a los ancianos, con su sabiduría tan necesaria y su fragilidad a cuestas. No los podemos abandonar. Escuchar a los niños, que se asoman al mundo con sus ojos llenos de asombro e inocencia y esperan de nosotros respuestas reales para un futuro de dignidad. Y aquí no puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza, vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia. Me quiero unir a mis hermanos en el episcopado, ya que es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas, al mismo tiempo que hemos de empeñarnos para que no se vuelva a repetir”.
Benito Baranda, Coordinador de Estado para la Visita del Papa Francisco: “En su contundente intervención, el Papa agradeció y reconoció el camino que ha llevado Chile en la construcción de la comunidad nacional, sin embargo, el momento más álgido fue cuando hizo referencia a lo ocurrido dentro de la Iglesia. Los que estábamos allí experimentamos una profunda emoción. Personalmente me quebré y silenciosamente lloré. Sentí dolor, un profundo dolor como parte de la Iglesia que amo y que sigo, en la que aprendí desde pequeño a darle sentido a la vida de la mano de Jesús y en el servicio a los demás, lo que fue traicionado en estos actos de violencia, abuso y usurpación de la dignidad bajo el alero institucional de nuestra Iglesia. Me recordé de amigos, cercanos, que en un camino de búsqueda similar al mío y en plena adolescencia, truncaron sus vidas, opacaron ese sentido existencial, debido a la acción de otros -con mucho poder- que los atropellaron. Pero también sentí una consolación interior potente, el mismo Papa hablaba con energía de una verdad ya innegable y nos remecía, nos provocaba para que lo imitáramos y pidiésemos perdón, y que ese perdón se transformara en acciones concretas de arrepentimiento y conversión. Allí estaba la luz.”
Martes 16 Misa en el Parque O’Higgins
Francisco: “Jesús, al decir bienaventurado al pobre, al que ha llorado, al afligido, al paciente, al que ha perdonado... viene a extirpar la inmovilidad paralizante del que cree que las cosas no pueden cambiar, del que ha dejado de creer en el poder transformador de Dios Padre y en sus hermanos, especialmente en sus hermanos más frágiles, en sus hermanos descartados. Jesús, al proclamar las bienaventuranzas viene a sacudir esa postración negativa llamada resignación que nos hace creer que se puede vivir mejor si nos escapamos de los problemas, si huimos de los demás; si nos escondemos o encerramos en nuestras comodidades, si nos adormecemos en un consumismo tranquilizante (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 2). Esa resignación que nos lleva a aislarnos de todos, a dividirnos, separarnos; a hacernos ciegos frente a la vida y al sufrimiento de los otros. Frente a la resignación que como un murmullo grosero socava nuestros lazos vitales y nos divide, Jesús nos dice: Bienaventurados los que se comprometen por la reconciliación. Felices aquellos que son capaces de ensuciarse las manos y trabajar para que otros vivan en paz. Felices aquellos que se esfuerzan por no sembrar división. De esta manera, la bienaventuranza nos hace artífices de paz; nos invita a comprometernos para que el espíritu de la reconciliación gane espacio entre nosotros. ¿Quieres dicha? ¿Quieres felicidad? Felices los que trabajan para que otros puedan tener una vida dichosa. ¿Quieres paz?, trabaja por la paz».
Iván Peralta y Giselle Vargas, matrimonio que entregó las ofrendas en la misa del Parque O´Higgins: “Acordarse de nuestra participación esa mañana de enero y recordar la homilía de Francisco nos llena de emoción y esperanza, ya que estamos seguros de que somos miles quienes queremos ensuciarnos las manos para que otros puedan vivir en paz, especialmente nuestros hijos. Desde ese día hasta hoy han pasado muchas cosas en nuestra Iglesia, no precisamente buenas. Y al recordar las palabras del Papa Francisco creemos que las Bienaventuranzas, ciertamente, nos invitan a “extirpar la inmovilidad paralizante” de nuestras vidas. Francisco nos pide dejar de “balconear” la historia y que seamos protagonistas, no asumir las culpas de otros, sino que asumir nuestra responsabilidad como laicos. Para nosotros, es un llamado concreto a comprometernos en la construcción del mundo, en la “reconciliación”, en ensuciarnos las manos y “trabajar para que otros vivan en paz”, sin esperar que la solución pase exclusivamente por los sacerdotes y consagrados”.
16 de enero Centro Penitenciario Femenino de Santiago
Francisco: “Estar privadas de la libertad, como bien nos decía Janeth, no es sinónimo de pérdida de sueños y esperanza. Es verdad, es muy duro, es doloroso, pero no quiere decir perder la esperanza, no quiere decir dejar de soñar. Ser privado de la libertad no es lo mismo que estar privado de la dignidad. No, no es lo mismo (…) Toda pena que uno está llevando adelante para pagar una deuda con la sociedad tiene que tener horizonte, es decir, el horizonte de reinsertar de nuevo y prepararme para la reinserción. Eso exíjanlo a ustedes mismas y a la sociedad (…) Todos sabemos que muchas veces, lamentablemente, la pena de la cárcel puede ser pensada o reducida a un castigo, sin ofrecer medios adecuados para generar procesos. Es lo que les decía yo sobre la esperanza, mirar adelante y generar procesos de reinserción. Este tiene que ser el sueño de ustedes: la reinserción. Y si es larga, procurar llevar este camino lo mejor posible, para que sea más corta, pero siempre reinserción. La sociedad tiene la obligación, obligación de reinsertarlas a todas”.
Hermana Nelly León, Capellana cárcel de mujeres de San Joaquín: “Yo recuerdo la visita del Papa como el paso de Dios por la cárcel. En esa oportunidad, les insistí mucho a las mujeres que él detuvo su mirada en nosotras y la verdad es que nos encontramos con un pastor con olor a oveja, que trató de darnos la mano a todas. Creo que eso es lo que más rescato, su cercanía, su emoción frente a estas mujeres. Recuerdo a un hombre bueno, a un hombre de Dios, que se quedó en el corazón de muchas y en el mío también. En esa oportunidad el Papa dijo que cualquiera fuera la condena, larga o corta, todas las personas privadas de libertad tenían derecho a reinsertarse. La continuidad de ese mensaje se puede ver en que, por ejemplo, este año, se firmó un compromiso entre el Estado, sociedad civil y empresarios para comenzar a trabajar un proyecto que busca darles trabajo a las mujeres privadas de libertad. En segundo lugar, Francisco dijo que la dignidad no se toca, se cuida, se custodia y se acaricia. Yo creo que eso lo hemos profundizado al acoger y escuchar a estas mujeres, al capacitarlas, darles oportunidades de participación y de encuentro con Jesús. Como Fundación Mujer Levántate tenemos un nuevo proyecto, acabamos de abrir presencia en la cárcel de Concepción y Chillán, ahora estamos pensando estar también en Iquique. Creo que vamos creciendo y queriendo que nuestro mensaje llegue hasta otros lugares. Ojalá si algún día podamos estar en cada lugar donde haya una mujer presa”.
16 de enero Catedral Metropolitana (vida consagrada)
Francisco: “No estamos aquí porque seamos mejores que otros (...) El consagrado –y cuando digo consagrados digo todos los que están aquí– es quien encuentra en sus heridas los signos de la Resurrección. Es quien puede ver en las heridas del mundo la fuerza de la Resurrección. Es quien, al estilo de Jesús, no va a encontrar a sus hermanos con el reproche y la condena (…) Estamos invitados a no disimular o esconder nuestras llagas. Una Iglesia con llagas es capaz de comprender las llagas del mundo de hoy y hacerlas suyas, sufrirlas, acompañarlas y buscar sanarlas. Una Iglesia con llagas no se pone en el centro, no se cree perfecta, sino que pone allí al único que puede sanar las heridas y tiene nombre: Jesucristo. La conciencia de tener llagas nos libera; sí, nos libera de volvernos autorreferenciales, de creernos superiores (...) En Jesús, nuestras llagas son resucitadas. Nos hacen solidarios; nos ayudan a derribar los muros que nos encierran en una actitud elitista para estimularnos a tender puentes e ir a encontrarnos con tantos sedientos del mismo amor misericordioso que sólo Cristo nos puede brindar”.
Hermana Eugenia María, religiosa de Schöenstatt: “No recuerdo haber visto tal cantidad de sacerdotes, religiosas, hombres y mujeres consagrados, como en esa calurosa tarde de enero, esperando al Papa Francisco en la Iglesia Catedral de Santiago. El ambiente era de una serena alegría, de expectación; algo así como la que tenían los apóstoles después de la resurrección. ¿Qué nos diría el Santo Padre? Había tanto pesar acumulado. Mientras cada uno trataba de disponer su corazón para un encuentro decisivo, indispensable, apareció el Santo Padre caminando, sonriente, saludando como si nos conociera a cada uno, dando una mano cercana, una mirada bondadosa. Nos habló con su estilo directo, coloquial, sin perder tiempo en protocolos. Nos ayudó a meditar la triple pregunta de Jesús a Pedro: “Me amas más que estos?” (Jn 21, 15-17). Creo que varios de los que estábamos ahí en la Catedral nos sentíamos con las manos vacías, en tiempos de ‘mala pesca’. Y así siguieron resonando sus palabras certeras, incisivas, que calaban como un experimentado artesano. Fue nuestro Sermón de la montaña. Mensaje potente, precioso y preciso, muy realista; de un pastor con los pies bien puestos en la tierra, la mano en el pulso del tiempo y el cayado hacia adelante, al futuro. Salimos contentos, con más ánimo y esperanza, algo quedó en el pasado, algo se nos liberó. Quedó flotando una profunda alegría, fue como ‘nacer de nuevo’, como volver a empezar. Sí, Bienaventurados los que tienen llagas, porque serán resucitados…”.
16 de enero Tumba de San Alberto Hurtado
Francisco: “Ahora, cuando me doy cuenta de que hay verdadera resistencia, la sufro. Algunos me dicen que es normal que haya resistencias cuando alguno quiere hacer cambios. El famoso «siempre se hizo así» reina en todas partes: «Si siempre se hizo así, ¿para qué vamos a cambiar? Si las cosas son así, si siempre se hizo así, ¿para qué hacerlas de manera diversa?». Esta es una tentación grande que todos hemos vivido. El daño más grande que pueda sufrir hoy en día la Iglesia en América Latina es el clericalismo, es decir, no caer en la cuenta de que la Iglesia es todo el santo pueblo fiel de Dios, que es infalible in credendo, todos juntos. Hablo de América Latina porque es lo que conozco mejor.”
Padre Jorge Muñoz SJ. Rector del Santuario y vicario de la Pastoral Social Caritas: “Como rector del Santuario me tocó estrechar su mano cuando se baja del papa móvil y ese hecho, el sentir a ese hombre bueno, ese hombre que ha significado una ventana de aire fresco en nuestra Iglesia tan anquilosada, tan amarrada a tradiciones, fue un regalo. Lo que más recuerdo del diálogo que tuvimos con él en la tumba de san Alberto, fue un encuentro entre amigos y compañeros. Hubo cercanía, hubo confianza y tal vez con esas frases que hoy se recuerdan con el tiempo, cuando él hablaba de que tal vez dentro de la curia vaticana la mayor dificultad que estaba enfrentando era esta famosa frase “siempre se ha hecho así”. Él se está esforzando por rejuvenecer esta curia vaticana para que no sea burocrática y para hacer que sea algo pastoral, no ciertamente una oficina donde la gente se “aperna” en su escritorio y no termina siendo lo que debe ser, servidores de la Iglesia en todo el mundo. También cuando dice que una de las mayores dificultades de la Iglesia Latinoamericana es el clericalismo y es lo que hemos vivido nosotros con todo el tema de los abusos, justamente el clericalismo es una de las causas mayores que provoca el abuso. La visita del Papa Francisco aún no termina, terminó la visita física, pero la verdadera visita del Papa al país ha sido todo lo posterior. Nada de lo que ha pasado en la Iglesia, en este último año, hubiera sucedido si los hechos no hubieran sido lo que fueron cuando el Papa visitó Chile. Ha sido una bendición, ha desarmado mucha estructura injusta en la Iglesia y causante de tanto dolor.”
17 de enero Aeródromo Maquehue, Temuco
Francisco: “La unidad que nuestros pueblos necesitan reclama que nos escuchemos, pero principalmente que nos reconozcamos, que no significa tan solo recibir información sobre los demás, sino de recoger lo que el Espíritu ha sembrado en ellos como un don también para nosotros. Esto nos introduce en el camino de la solidaridad como forma de tejer la unidad, como forma de construir la historia; esa solidaridad que nos lleva a decir: nos necesitamos desde nuestras diferencias para que esta tierra siga siendo bella. Es la única arma que tenemos contra la “deforestación” de la esperanza. Por eso pedimos: Señor, haznos artesanos de unidad. Es imprescindible defender que una cultura del reconocimiento mutuo no puede construirse en base a la violencia y destrucción que termina cobrándose vidas humanas. No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro, porque esto lo único que despierta es mayor violencia y división. La violencia llama a la violencia, la destrucción aumenta la fractura y separación. La violencia termina volviendo mentirosa la causa más justa. Por eso decimos no a la violencia que destruye, en ninguna de sus dos formas”.
Valentina Gutiérrez, 31 años, catequista itinerante, Camino Neocatecumenal: “Cuando el Papa fue a Temuco, yo estaba misionando junto a 200 jóvenes de Coronel, Concepción, Talca y de otras zonas del sur. Hicimos misión por las calles de la Araucanía, conociendo la belleza del lugar y su gente. Ver que el Papa haya querido estar presente en la Araucanía, en una región que ha estado tan dividida, marcada por tantas diferencias, tanto dolor y violencia, lo encontré un gran gesto, porque además, a través de su presencia, la Iglesia entera se estaba haciendo presente en ese lugar. Creo que nuestro Santo Padre ha sido oportuno al referirse a lo que está pasando el día de hoy en la sociedad chilena. Él ha querido salirse de los temas de la Iglesia y hacerse parte de los problemas de la sociedad y eso lo veo como una muestra de amor. El Papa vino un poco a calmar las aguas, a dar esperanza, de que veamos que la violencia no conduce a nada en ningún orden de cosas: la familia, el trabajo, en la política. Solo divide y destruye las relaciones humanas.”
17 de enero Templo Votivo de Maipú (Jóvenes)
Francisco: “Yo también, Ariel, estoy gozoso de estar con ustedes. Gracias por tus palabras de bienvenida en nombre de todos los presentes. Ciertamente estoy agradecido de compartir este tiempo con ustedes que según leí ahí: “se bajaron del sofá y se pusieron los zapatos”. ¡Gracias! Considero para mí importante encontrarnos, y caminar juntos un rato, ¡que nos ayudemos a mirar para adelante! Y creo que también para ustedes es importante. Gracias (…) Eso es ser protagonistas de la historia. Ojos chispeantes, porque descubrimos que Jesús es fuente de vida y de alegría. Protagonistas de la historia, porque queremos contagiar esa chispa en tantos corazones apagados, opacos, que se olvidaron de lo que es esperar; en tantos que son fomes y esperan que alguien los invite y los desafíe con algo que valga la pena. Ser protagonistas es hacer lo que hizo Jesús. Allí donde estés, con quien te encuentres y a la hora en que te encuentres: ¿Qué haría Jesús en mi lugar?”.
Ariel Rojas: “Recuerdo que estaba muy nervioso, casi sin poder decir las palabras que tenía armadas, casi al borde de abandonar la misión. Pero al verlo llegar, tan sencillo, tan alegre, cansado, pero alegre, me dio la fuerza para poder hablar y pedirle que nos diera palabras de vida eterna. De sus potentes palabras, lo que más me impresionó fue que nos instó a ser los protagonistas que se animan a vivir la aventura de la fe. Me acuerdo muchísimo que nos pidió que maduráramos en la fe, pero en clave de cumplir nuestros sueños, o sea, no abandonando el barco de nuestros ideales, eso fue muy importante para mí. El momento que más valoro, sin duda, es poder haber estado cerca del Papa, eso sí, no como persona, sino como representante de la juventud chilena, ese fue un desafío enorme que me dejó y sé que con la ayuda de Dios, se puede cumplir todos los días”.
17 de enero Universidad Católica de Chile
Francisco: “La convivencia nacional es posible -entre otras cosas- en la medida en que generemos procesos educativos también transformadores, inclusivos y de convivencia. Educar para la convivencia no es solamente adjuntar valores a la labor educativa, sino generar una dinámica de convivencia dentro del propio sistema educativo. No es tanto una cuestión de contenidos sino de enseñar a pensar y a razonar de manera integradora”. “Hoy resulta profética la misión que tienen entre manos. Ustedes son interpelados para generar procesos que iluminen la cultura actual, proponiendo un renovado humanismo que evite caer en reduccionismo de cualquier tipo. Y esta profecía que se nos pide, impulsa a buscar espacios recurrentes de diálogo más que de confrontación; espacios de encuentro más que de división; caminos de amistosa discrepancia, porque se difiere con respeto entre personas que caminan en la búsqueda honesta de avanzar en comunidad hacia una renovada convivencia nacional”.
María Jesús Figueroa, ex Jefa General de Capilla País: “Fue muy emocionante entregarle al Papa Francisco en su visita a Chile la maqueta de las capillas que construimos. Creo que su discurso en la Universidad Católica es muy simple y muy cercano. A un año de la visita podemos y debemos releer sus palabras porque cada vez que lo haces, te va llamando la atención diferentes puntos y lo puedes aplicar a lo que estás viviendo. El mensaje no deja de ser novedoso, no ha perdido vigencia. El Papa habló de la convivencia nacional y eso me encanta, yo lo vivo muy cercanamente en mi familia y amigos, porque hoy en día todo lo que uno necesita está al alcance de la mano, en un clic y en el celular y eso hace que nos encerremos mucho en nosotros mismos, eso es algo que como decía el Papa le hace daño a la sociedad, porque no estamos acostumbrados a mirar las necesidades del que está al lado. No solo en Chile, sino que en muchos lugares del mundo la política no ayuda al país porque no estamos acostumbrados a mirar que necesita el otro. Me llega mucho eso que dice de la necesidad de buscar encuentro, de buscar convivencia, de encontrar diálogo, de buscar formas e instancias de conversación y estando en una carrera como la mía que es enfermería y que es mucho contacto con el otro, eso trato de aplicarlo siempre. Cuando el Papa habla de moverse en comunidad, me gusta cuando dice que uno debe pensar lo que siente y hace y sentir lo que piensa y hace, y hacer lo que uno siente y piensa, yo creo que lo que por lejos necesita la sociedad y los jóvenes es la coherencia”.
18 de enero Santa Misa en Campus Lobito, Iquique
Francisco: “¡Cómo saben ustedes de esto, queridos hermanos del norte chileno! ¡Cómo saben vivir la fe y la vida en clima de fiesta! Vengo como peregrino a celebrar con ustedes esta manera hermosa de vivir la fe. Sus fiestas patronales, sus bailes religiosos - que se prolongan hasta por una semana-, su música, sus vestidos hacen de esta zona un santuario de piedad y espiritualidad popular. Porque no es una fiesta que queda encerrada dentro del templo, sino que ustedes logran vestir a todo el poblado de fiesta”.
Georgina Villafaña: “Me identifiqué mucho cuando el Papa habló de la fe que hay acá en Iquique. En lo personal, tengo 77 años y con mi esposo, de 70, y siempre hemos sido muy devotos de la Virgen y siempre hemos tenido presente al Señor. Aquí la ciudad es muy mariana y siempre estamos en fiestas y peregrinaciones religiosas masivamente. Llegamos con mucha fe hasta la Virgen porque es ella quien siempre nos protege y el Papa vio eso en nosotros”.
Francisco: “Hermanos, Iquique es tierra de sueños - eso significa el nombre en aymara-; tierra que ha sabido albergar a gente de distintos pueblos y culturas. Gente que ha tenido que dejar a los suyos, marcharse. Una marcha siempre basada en la esperanza por obtener una vida mejor, pero sabemos que va siempre acompañada de mochilas cargadas con miedo e incertidumbre por lo que vendrá. Iquique es una zona de inmigrantes que nos recuerda la grandeza de hombres y mujeres; de familias enteras que, ante la adversidad, no se dan por vencidas y se abren paso buscando vida. Ellos- especialmente los que tienen que dejar su tierra porque no encuentran lo mínimo necesario para vivir- son imagen de la Sagrada Familia que tuvo que atravesar desiertos para poder seguir con vida”.
Georgina Villafaña: “El Papa Francisco ahí habló con mucho amor y con mucha misericordia sobre nosotros. Iquique siempre abraza al migrante, al que lo necesita y estamos tan acostumbrados a relacionarnos con ellos a través de muestras de cariños y de cercanía. En nuestro caso, siempre abrimos puertas y somos cordiales con los extranjeros, porque creemos en el mandamiento de Jesús que dice que debemos amar al prójimo con amor y con ese espíritu vivimos el respeto por el migrante”.