Martes 22 de junio de 2021
Saludos de los nuevos obispos auxiliares de Santiago
A través de dos videos los presbíteros Carlos Godoy y Cristián Castro saludan a la comunidad invitando a los fieles de la Iglesia de Santiago a seguir construyendo juntos, en santidad y en fidelidad al Evangelio, y pidiendo al Padre Dios que bendiga especialmente a quienes sufren en estos difíciles tiempos de pandemia.
Les saluda el P. Cristián Castro Toovey, sacerdote diocesano de la Arquidiócesis y rector del Seminario Pontificio Mayor de Santiago.
El Santo Padre Francisco, me ha nombrado Obispo Auxiliar de Santiago para acompañar más estrechamente a nuestro cardenal arzobispo, monseñor Celestino Aós Braco, en la hermosa pero compleja misión de pastorear la vida eclesial en nuestra arquidiócesis que peregrina en la gran ciudad de Santiago.
Quiero aceptar esta misión que el Papa Francisco me confía, conociendo mis limitaciones y defectos, pero sabiendo que cuando el Señor llama, Él nos da su gracia para la misión que nos encomienda. Se trata de una estrecha colaboración para don Celestino, la cual hacemos en comunión, junto a los demás obispos auxiliares de Santiago, entre ellos el P. Carlos Godoy, con quien hemos sido llamados, este mismo día, al ministerio episcopal.
Pido sus oraciones para que pueda ser fiel y generoso a esta misión, en comunión con toda la Iglesia; acrecentando, celebrando y viviendo nuestra fe. Que podamos caminar juntos, construyendo el Reino de Dios en la ciudad, en nuestras familias y las diversas comunidades eclesiales.
Oremos por el Papa Francisco que mira con tanto afecto y cercanía a nuestra Iglesia que peregrina en Chile. Que el Buen Padre Dios los bendiga, y bendiga especialmente a todos los que sufren estos difíciles tiempos de pandemia.
Apóstol Santiago, patrono de la cuidad y de nuestra Arquidiócesis ¡intercede por nosotros!
He recibido la noticia de parte del señor Nuncio Apostólico en Chile, don Alberto Ortega, de que el Santo Padre me ha nombrado Obispo Auxiliar de Santiago. Quisiera, en primer lugar, agradecerle al Señor la oportunidad que me regala de seguir sirviendo a esta querida Arquidiócesis de Santiago como Obispo Auxiliar, como un servidor más en medio de su pueblo.
En segundo lugar, quisiera agradecer al Santo Padre su confianza y también por sus palabras de ánimo para asumir este desafío. Al señor cardenal y a sus obispos auxiliares, que me animan con su testimonio y también con su afecto por la Iglesia universal y también por esta Iglesia particular.
Agradecer a aquellas comunidades que me han formado como pastor, en primer lugar, la parroquia Nuestra Señora de las Mercedes, Los Castaños, dónde viví mis primeros años de sacerdocio. La parroquia Cristo de Emaús, donde fui párroco doce años y donde fui también entregándome especialmente al servicio de los más pobres. Cómo no recordar mi parroquia de origen, donde se fue fortaleciendo mi vocación y que desde niño fui descubriendo en la parroquia Inmaculada Concepción de Colina. Al Seminario Pontificio Mayor de Santiago, que me formó durante ocho años y donde he estado sirviendo estos últimos nueve años como director espiritual. A mi familia, por su apoyo por su comprensión y especialmente el apoyo, la oración y el cariño de mi madre, que ha sido fundamental en mi vida sacerdotal.
Yo les pediría que recen por mí, que me ayuden a hacer un pastor con olor a oveja, como dice el Santo Padre, y también con olor a Sagrario, es decir, con una profunda vinculación con el Señor y que mi espiritualidad, mi pastoral de acompañamiento a todos los laicos y laicas y a todos aquellos qué voy a encontrar por el camino, arranque especialmente de mi vinculación con el Señor y de mi profunda relación con el Espíritu Santo.
Caminemos juntos. Yo quiero ponerme al servicio de todos ustedes como un pastor que está dispuesto a entregarse por completo para santificar al pueblo de Dios, para ofrecer las posibilidades de que todos nos sintamos parte de una misma Iglesia y que juntos la vayamos construyendo en santidad y en fidelidad al Evangelio.
Finalmente, a los pies de la Santísima Virgen María, Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, que preside la ciudad desde la cima del cerro San Cristóbal, santuario en el cual soy rector, quisiera depositar mis intenciones, las intenciones de todos nosotros, y pedirle a ella que me acompañe en este nuevo desafío como Obispo Auxiliar de Santiago.
Quedo entonces a disposición de todos ustedes y, por favor, no se olviden de rezar por mí.