Jueves 19 de marzo de 2020
Nuevo Programa de Educación Religiosa Escolar Católica
Fruto de un largo trabajo se ha elaborado el programa de Educación Religiosa Escolar Católica (EREC 2020), que ha contado con el valioso aporte sinodal del capítulo chileno...
Periodista: Comunicaciones CECh
Fruto de un largo trabajo se ha elaborado el programa de Educación Religiosa Escolar Católica (EREC 2020), que ha contado con el valioso aporte sinodal del capítulo chileno de universidades católicas, profesores de aula representantes de las diócesis del país y un equipo de expertos del área de educación de la Conferencia Episcopal de Chile y del área Profesores de Religión de la Vicaría para la Educación.
El texto que pronto estará disponible, fue diseñado con la esperanza de que pueda convertirse en un medio útil y valioso para el generoso servicio de los profesores de Religión, para la formación integral de los alumnos, e inspirar el rol educativo de sus familias.
En la presentación de las Bases Curriculares y Programa de Estudio, el obispo de Temuco, Héctor Vargas Bastidas sdb, Presidente del Área de Educación de la CECh, señala que "la clase de Religión, inserta en el curriculum como una asignatura con las mismas exigencias que las demás, aporta una visión del ser humano que lo relaciona con lo trascendente. Esta conexión se logra a través del desarrollo de una mirada profunda sobre todo lo que es posible conocer y que permite hacerse preguntas acerca del sentido del origen, existencia y fin de la vida humana, y de su responsabilidad respecto al presente histórico y de su orientación hacia el futuro".
El programa de Educación Religiosa Escolar Católica (EREC 2020) completa los propósitos formativos establecidos en la normativa educacional chilena y apunta al desarrollo religioso de los estudiantes desde una perspectiva confesional, asumiendo la misión evangelizadora de la Iglesia. También, el desafío de un protagonismo estudiantil y las demandas de una formación integral insertas en el nuevo contexto cultural pluralista que se refleja en la sala de clases, donde confluyen estudiantes de distintas creencias por un lado y de diferentes culturas por otro, especialmente en la actualidad producto del fenómeno migratorio.
Lo anterior se entiende desde la convicción de que hay verdadera formación integral cuando se acepta como propósito educativo la formación del ser humano completo, lo que es posible siempre y cuando la dimensión trascendente de la persona sea considerada en la escuela.