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Artículo

Viernes 3 de noviembre de 2017

Cardenal Versaldi: “Es necesaria una renovación en los métodos de enseñanza”

El prefecto de la Congregación para la Educación Católica de la Santa Sede, el cardenal Giuseppe Versaldi, analiza con tres expertos algunos de los principales desafíos educacionales en el país. El énfasis en pruebas estandarizadas, el rol del profesor y su valoración social, nuevas metodologías para fomentar el auto-aprendizaje, la investigación universitaria y la formación de futuros sacerdotes son algunos de los temas abordados en esta entrevista.

Periodista: Equipo Encuentro - Pastoral UC

Fuente: Periódico Encuentro

Link fuente: http://www.periodicoencuentro.cl/noviembre2017

Joaquín Walker: ¿Cómo cree usted que puede lidiar la educación católica con un sistema educativo que muchas veces, como en el caso chileno, pone los incentivos en temas lejanos a la formación humana integral? Un ejemplo del problema es el sobreénfasis en resultados en pruebas estandarizadas

- Lo que usted dice no es verdad sólo en Chile, sino en la sociedad occidental en general. El progreso científico ha llevado a esta ilusión tener en menos tantos valores cristianos. El progreso científico es muy importante, pero sólo eso no es suficiente para dar todas las respuestas al corazón humano. La Iglesia, que ha contribuido en el pasado al progreso, también científico, tiene ahora la tarea de humanizar las ciencias, la cultura tecnológica, a través de una oferta de unestilo educativo integral que valora las ciencias, pero que les da un alma. Es decir, les ayuda no sólo a descubrir cómo ha sido hecho el mundo, la realidad, sino también a dirigir el progreso hacia un bien común, que significa un bien de toda la persona, que es integral, pero también de todas las personas del mundo, que excluye a muchos de la enseñanza, de la economía, de la riqueza. La Iglesia indica el camino de una solidaridad que permite incluir todo el proceso educativo en el progreso verdadero, según la justicia y en la paz. Es un ofrecimiento, no una imposición. Muchas veces, como también Jesús en el Evangelio, ofrecía la verdad, pero era rechazada. Son momentos históricos, críticos, en los cuales la Iglesia no debe cerrarse en defensa, mucho menos en conflicto con el mundo que los rechaza, pero continuar conservando su identidad, su anuncio, y sobre todo su testimonio de caridad, aquella que convence al mundo. Estamos en un tiempo de sembrar más que de cosechar. Es necesario perseverar. El Papa dice que los desafíos están hechos para ser superados. Seamos realistas, pero no perdamos la esperanza, la alegría. Este es el mensaje.

-Verónica Cabezas: No solo la evidencia empírica, sino también la historia de los niños, han demostrado que los trabajos de un profesor pueden transformar las vidas de los estudiantes. ¿Qué visión tiene la Iglesia sobre el rol de los educadores en el proceso educacional?

-La Iglesia, sobre todo el magisterio de los papas, y particularmente el Papa Francisco en la encíclica Evangelii Gaudium, habla de una Iglesia que no predica desde lo alto, sino que acompaña a la gente conociéndola, teniendo compasión y curando sus heridas. Esto es a ejemplo del Evangelio. Esto es posible sólo si hay un fuerte compromiso de formar las personas, pero no pueden ser excelentes sólo porque conocen su materia, sino que deben ser educadores. Y, como decía Don Bosco, la educación es una cuestión del corazón, deben querer a sus alumnos, deben demostrar que los quieren, deben tener paciencia, proponer las respuestas, pero también suscitar las preguntas, con un método que no sea impositivo, sino que haga, como dice la palabra “educar”, educere, sacar fuera aquello que se encuentra dentro de los jóvenes, aunque los jóvenes no lo conozcan. Es un arte que no es sólo didáctico, sino educativo. Nuestra congregación insiste en que nuestras escuelas dediquen mucho espacio a la formación de los formadores.

-Verónica Cabezas: ¿Qué reflexiones ha tenido la Iglesia Católica respecto de cómo podemos aportar en torno a la valoración social de los profesores y las condiciones en las que se desempeñan?

-La valoración comprende también el aspecto económico, remunerativo de los profesores, que tiene que ser adecuado, pero, para adquirir valores también el Estado debe comprometerse con la calidad de los maestros, de los docentes. Por tanto, el Estado debe salir de esa forma de neutralidad ante los valores trascendentes que son importantes en la labor educativa. Se quiere que haya un compromiso para que sean buenos educadores y no sólo buenos técnicos.

-Verónica Cabezas: ¿Qué han reflexionado en torno a estas metodologías novedosas que aspiran a dar mayor protagonismo a los alumnos, donde el profesor es más bien un facilitador en la búsqueda de este desarrollo de habilidades socio emocionales?

-También en el contenido, pero sobre todo en los métodos de enseñanza, es necesaria una renovación. Es decir, el foco ya no es más la materia a enseñar, sino el sujeto a educar. Ciertamente, el profesor que enseña matemática no puede no dar las nociones de matemática, pero sí suscitar el interés, las motivaciones, el objetivo. Esto involucra emocionalmente al sujeto haciéndolo no un sujeto pasivo, sino activo. Por lo tanto, la capacidad de escuchar, de proponer de manera creativa, sugestiva, las materias a enseñar, forman parte de la excelencia del profesor, no sólo en el sentido técnico, sino en el sentido humano.

-Joaquín Walker: Respecto a la formación universitaria, la constitución apostólica que rige las universidades católicas, promueve el compromiso de la investigación y la docencia para el país. Sin embargo, muchos incentivos del sistema están puestos en “publicar por publicar”, sin que las investigaciones estén necesariamente conectadas con los problemas de la realidad.

¿Cómo las universidades católicas pueden hacerse cargo de eso, de romper con esta lógica y promover un compromiso social con los más excluidos?

-El Papa insiste mucho, también nosotros, sobre la necesidad de que las universidades salgan del aislamiento académico y sean capaces de una investigación que crea un espacio de autonomía respecto de la sociedad, pero no para una auto referencia. Es decir, se investiga lo que es el bien de los otros, y no el bien propio, su gratificación o su exhibicionismo. Por lo tanto, la importancia de la investigación es que tenga

presente la necesidad común interna de la Iglesia, pero también la externa, en la sociedad. Las universidades deben formar buenos cristianos, buenos ciudadanos, laicos capaces de comprometerse en la sociedad con la política y la economía, por ejemplo, para transformarla. De otro modo, la excelencia queda como una exhibición de sí misma y no como una verdadera ayuda a la sociedad, y no satisface el fin que la misión de la Iglesia tiene, que es la de transformar este mundo.

-P. Eduardo Silva SJ: Dice la Conferencia de Aparecida que los jóvenes son víctimas de la influencia negativa de la cultura post moderna. ¿Cómo la actual formación que se ofrece en los seminarios enfrenta los desafíos para llegar, por una parte, a una maduración afectiva que prepara para el celibato sacerdotal y capaces de vivir en comunión con sus hermanos, por otra parte, la evidente tentación de refugiarse en el clericalismo, que, según el Papa Francisco, es uno de los más serios peligros para la Iglesia de hoy?

-La formación en los seminarios hoy no compete a mi congregación, sino a la Congregación para el Clero, pero colaboramos juntas, porque en los aspectos de estudio tenemos competencia ambas congregaciones. Ahora, recién ha salido la nueva Ratio Studio sobre la formación en los seminarios, que destaca lo que ya la exhortación apostólica Pastores Dabo Vobis, apoyada en la constitución Sacrosanctum Concilium, del Vaticano II, había dicho sobre la formación integral, no defensiva, sino comprensiva de todos los aspectos de la realidad afectiva, intelectual, pastoral y espiritual que forman al pastor. Los dos peligros son exactamente aquellos destacados en su pregunta, es decir, una homogenización, es decir, que el joven permanece como víctima de la cultura dominante, o bien, se escuda defensivamente en el clericalismo, en la defensa de un poder que es contra el mundo en vez que en diálogo con el mundo. El deber es formar a los formadores del seminario para que sean capaces, así como en la escuela, de aceptar a las personas como son, pero para hacerlas cambiar. Por otro lado, hay una propensión hacia uno u otro extremo. Esto es un trabajo muy delicado que es parte de la formación en los seminarios que previene muchos males y escándalos y muchos riesgos y pérdida de credibilidad de la Iglesia.

LOS EXPERTOS

Joaquín Walker

Director Ejecutivo de Elige Educar. Abogado de la Pontificia Universidad Católica, con Magíster en Políticas Públicas de la Universidad de Oxford. Ex Presidente de la FEUC (2010).

Verónica Cabezas

Profesora de Educación en la Católica de Chile y Directora y Cofundadora de Elige Educar. Ingeniero de la UC con Ph.D en Economía y Educación de la U. de Columbia.

P. Eduardo Silva

Sacerdote jesuita. Rector de la Universidad Alberto Hurtado. Bachiller en Filosofía y Doctor en Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile.