Miércoles 4 de agosto de 2021
Sacerdotes de Santiago celebraron Día del Párroco con alegría y reflexión
La Vicaría para el Clero, en este día especial, invitó al presbiterado de la arquidiócesis a cuestionarse sobre los momentos vividos durante la pandemia y a proyectarse sobre el futuro, con la disminución de las restricciones de movilidad. Los padres Fernando Tapia y Renzo Ramelli con sus testimonios, animaron la reflexión grupal.
Fotos: Nibaldo Pérez
Periodista: Paula Ampuero
“La primera cosa que queríamos era encontrarnos” sostuvo, respecto a los objetivos de esta celebración, el vicario monseñor Alberto Lorenzelli. “Más de un año y medio que no nos veíamos. Sí, no nos pudimos abrazar como quisiéramos, pero se retoma un camino, no solo de formación y de encuentro, también para regenerar dentro de nosotros la esperanza”, agregó.
Este primer encuentro presencial se realizó el lunes 2 de agosto, en el santuario de Schoenstatt. Los casi 90 sacerdotes llegaron hasta un amplio galpón, donde se sentaron en sillas, apostadas previamente con la distancia exigida por la autoridad sanitaria. Al ingreso, además, se les tomó la temperatura, se les proveyó de alcohol gel, se verificaron sus datos y se les pidió el pase de movilidad a cada uno de los presentes.
Luego de que estuvieron en sus puestos, se mostró ante la audiencia un video que recopiló las principales acciones realizadas por los párrocos durante la pandemia y también se presentó a los padres Fernando Tapia y Renzo Ramelli, quienes entregaron sus testimonios sobre la experiencia que han vivido durante la pandemia.
Los testimonios
El padre Fernando, párroco de San Esteban Mártir en la comuna de La Pintana, inició las intervenciones con su exposición: “Párroco en pandemia, post pandemia en un chile que busca cambios estructurales”. Al comenzar indicó que en este tiempo se dio cuenta que era muy importante: “No repetir siempre lo mismo, no actuar a base de recetas, sino que estar atentos a la realidad que nos circunda”.
En su caso, esa realidad fue cruda: “Muy pronto se hicieron sentir en nuestras poblaciones los efectos devastadores de la pandemia. Y a la vez vi la tradicional respuesta solidaria de los pobladores, las ollas comunes, donde la gran mayoría eran mujeres. (Y entonces) entendí que en estas circunstancias el camino privilegiado para anunciar el Evangelio era la solidaridad”.
Sobre el futuro, el padre Tapia, se planteó varias interrogantes: “¿Cómo reactivar nuestra catequesis, nuestra vida pastoral? ¿Cómo y dónde buscar nuevos agentes pastorales? ¿Cómo equilibrar esta formación a distancia, virtual, con la presencial, en todos los niveles de nuestra arquidiócesis? ¿Cómo hacer para que la levadura del Evangelio enriquezca este momento histórico, y sobre todo la nueva constitución?”, se cuestionó.
Luego el padre Renzo Ramelli, párroco de La Purificación de Algarrobo, contó cómo había vivido este tiempo haciendo una analogía con el uso de la mascarilla: “La mascarilla me da seguridad, pero a veces me asfixia. He experimentado mi mascarilla mis propias asfixias. Me pregunto para dónde voy”.
Desde ahí comenzó un relato muy personal, en el que evocó distintas emociones que sintió: alegría de haber sido destinado a servir como párroco en Algarrobo, y desconcierto por haber llegado ahí el 8 de marzo, solo unos días antes del inicio del confinamiento. “Llegué a Algarrobo con mucha ilusión y a la semana estaba encerrado. Llamé a las autoridades, no me tomaban en cuenta. Empecé a tratar de vincularme con la gente del consejo y no querían usar las redes. En medio de esa soledad empezaron a aparecer fantasmas, tenía ganas de estar con el otro y me sentía solo, muy solo”, explicó.
Pero luego empezó a conectar con las personas, a vincularse incluso con otros actores de la comuna, y también con el “con el cura que quería ser en el seminario”, confesó. Este, dijo, es un tiempo que lo llena de preguntas y se siente desafiado por la nueva territorialidad y también por los adultos mayores. “Tengo ganas de vivir al modo del Evangelio”, sostuvo.
Tras estos testimonios, la vicaría invitó a los sacerdotes a reflexionar en grupos pequeños y con respeto a la distancia física, en base a tres preguntas: 1 ¿Cómo me ha desafiado la pandemia a nivel personal y en mi servicio de párroco? ¿Qué preguntas me ha planteado?; 2 ¿qué he aprendido sobre este servicio en este tiempo?; 3 ¿qué debiera ser distinto en mi servicio de párroco cuando comencemos a retomar masivamente la presencialidad?
Los sacerdotes
El cardenal, Celestino Aós, dedicó unas palabras a los presentes: “Estoy contento de poder encontrarnos, de poder compartir. (…) Ustedes están aquí porque detrás de cada uno está el misterio de la vocación de Jesucristo que nos llama para que caminemos juntos, para que nos queramos. El desafío primero que tenemos como cristianos, como presbiterio es crecer en el amor. Este caminar juntos implica reflexionar, para conocernos y para conocer lo que está pasando alrededor”, manifestó.
El vicario para la Zona Oeste, Manuel Carmona, luego del encuentro reflexionó: “Siempre cuando se enfrenta algo nuevo, hay que volver a lo básico, a lo basal. Cuando se hizo el Concilio Vaticano II la gran pregunta fue: ¿Iglesia quién eres? ¿Iglesia para qué existes? En este tiempo, por lo menos en este encuentro de sacerdotes, también la pregunta vuelve: ¿sacerdote quién eres?, ¿sacerdote qué quiere Dios de ti para este tiempo? Nos vamos con muchas preguntas, más que respuestas, pero sí con una certeza, que tenemos que volver a la fuente, y preguntarnos qué es lo que Jesús quiere de un sacerdote para el tiempo actual y de ahí, en la oración irán surgiendo también las luces”.
El párroco de Santa María Sur de Pudahuel, padre Francisco Javier Romo, valoró el retorno a la presencialidad y el haber reflexionado juntos sobre los desafíos de la pandemia. “¿Cómo hacer parroquia?, ¿cómo hacer vida pastoral?, ¿cómo ser sacerdote en tiempos de conflicto?, y ante estos desafíos también, ¿qué nos pide la pandemia?: estar más presentes, de una manera distinta, pero siempre con el sentido del Evangelio de por medio”.
Dentro de los invitados, también hubo diáconos en tránsito y seminaristas. Fernando Gutiérrez, quien está en quinto año del seminario, dijo sentir alegría y añadió que este espacio sirve para “reinventarse. Es quizás volver a mirar la vocación, volver a mirar lo importante que es revisarnos, ver nuestros procesos, nuestra afectividad, nuestra emocionalidad. Es un llamado a volver a lo central del ministerio sacerdotal, que es volver a Jesucristo, al Evangelio, y es volver a entrar en contacto desde la sencillez y la apertura a acompañar a nuestros hermanos y hermanas”.
Francisco Ibache Rivas, administrador parroquial en Madre de los Apóstoles de Maipú, sostuvo que luego de este encuentro se queda con que “el gran desafío es avanzar en lo que hoy día el tiempo nos está pidiendo: nuestra presencia en muchos otros lugares, en donde muchas veces la parroquia no siempre está inmersa. Sabemos que ahora se nos están abriendo nuevos aforos en nuestros templos, pero también está la importancia de salir al encuentro de otros hermanos que quizás, por temor al contagio, aún siguen en sus hogares, y nosotros como Iglesia también debemos ir al encuentro de ellos”.
Antes de finalizar, la Vicaría para el Clero reconoció a doce sacerdotes que este 2021 cumplen 25 años desde su ordenación. Lionel de Ferrari Lira, Sergio Farías Guerra, Jorge Giuliano Barraza, Carlos Godoy Labraña, Carlos Irarrázaval Errázuriz, Francisco Llanca Zuazagoitía, Marcelo Mancilla Neira, Manuel Paz Cáceres, Eduardo Rodríguez Yunta, Pedro Rubilar Rivera, Javier Vergara Nadal y Francisco Walker Vicuña, fueron los homenajeados.