Click acá para ir directamente al contenido
Artículo

Sábado 31 de agosto de 2019

Construir ambientes sanos es un compromiso de todos

La Vicaría de la Esperanza Joven organizó el Foro "Ambientes sanos en la Iglesia, una tarea de todos", que contó con las reflexiones de Marcela Aranda, José Andrés Murillo y Andrea Idalsoaga.

Fotos: Omar González

Periodista: Carmen Gloria Díaz Meléndez

¿Cuáles son las actitudes y tareas que debemos fortalecer y asumir para el cambio de la persona y estructuras en pos del desarrollo de ambientes sanos en la Iglesia? fue la pregunta que el sociólogo Jorge Blake invitó a responder a los panelistas del Foro Marcela Aranda, Teóloga y Profesora de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica, José Andrés Murillo, Director Ejecutivo de la Fundación para la Confianza y Andrea Idalsoaga, Delegada Episcopal para la Verdad y la Paz en el Foro "Ambientes sanos en la Iglesia, una tarea de todos" organizado por la Vicaría de la Esperanza Joven (VEJ).

Los asistentes, que entre los que se encontraban, escolares, universitarios, profesores, agentes pastorales, personas que prestan servicios en la arquidiocesis, consagrados y sacerdotes, entre ellos monseñor Celestino Aós, administrador apostólico fueron recibidos por el monseñor Cristián Roncagliolo, obispo auxiliar y vicario de la VEJ. Este encuentro se enmarca dentro del trabajo que como Iglesia se está haciendo y que tiene el desafío de "nacer denuevo", les dijo. Agradeció, especialmente, las reflexiones de los panelistas pues "nos permitirá reflexionar, nos permitirá seguir profundizando en una tarea y en un desafío grande que tenemos como Iglesia, en medio de este tiempo, y comprometernos vivamente con que cada uno de nosotros es responsable de que nuestros espacios eclesiales sean espacios sanos, especialmente, para los niños y jóvenes" e invitó a renovar "nuestro compromiso con la Iglesia".

El primero en exponer fue José Andrés Murillo, el que habló de la importancia de los contextos para lograr ambientes sanos, ”si no se van a cuestionar las dinámicas, si no se van a cuestionar las estructuras que hicieron posible el abuso, no sirve para nada". Él cree que la discusión y el desacuerdo son necesarios para tener ambientes sanos, "un ambiente súper unido, donde están todos de acuerdo, yo tendría más miedo que cuando hay disenso".

Es importante plantea Murillo "cuestionar las relaciones cotidianas, no solo en la justicia sino en poner límites, cuáles son los límites del poder, cuáles son los límites a la dirección espiritual, cuáles son los límites al acompañamiento espiritual, cuáles son los límites a la confesión, si no se comienza a poner límites reales y se le deja al arbitrio de personas que a veces no tienen las capacidades, las condiciones, las habilidades sicológicas, humanas, existenciales, de poder acompañar a alguien sin dañar, entonces se van a repetir los abusos".

Marcela Aranda, por su parte, planteó que es "necesaria la vigilancia atenta de todo el pueblo de Dios respecto del ejercicio de la autoridad. Por ningún motivo, se puede dar una obediencia ciega porque es un factor que contribuye al abuso de poder, de conciencia, que son la antesala al abuso sexual. Debemos ser lúcidos ante la autoridad para contribuir para que aquella se ejerza convenientemente". Ella cree en el trabajo de la comunidad con las víctimas, "deben esforzarse por acogerlas y ayudarlas con especial atención. Las comunidades son espacios de amorosa acogida, que ojalá brinden a las víctimas la oportunidad para abrir su dolorido corazón para que crezcan en la valentía de denunciar estos delitos y para sentirse acompañadas en su proceso de recuperación. Este debe ser un compromiso de por vida porque los que han sufrido estos brutales eventos han quedado dañados para siempre". Y, terminó su intervención asumiendo "con mi propia experiencia de abuso y mi reflexión personal y teológica me comprometo a trabajar incansablemente para que estos terribles delitos no vuelvan a ocurrir. Nuestra amada Iglesia debe ser un espacio maternal, seguro y amoroso. Esta lucha contra el mal se ha expresado en estos brutales delitos, es una consecuencia de la vulneración de la dignidad humana. Lejos de desmovilizar la fe, da a esta lucha todo su vigor puesto que excluye cualquier compromiso con las fuerzas del mal".

El Arzobispado de Santiago en septiembre del 2018 con el objetivo de dar respuesta y hacerse cargo de lo que se estaba viviendo creó una nueva estrutura para generar ambientes sanos para prevenir abusos y recibir las denuncias de las víctimas y acompañarlas. Andrea Idalsoaga, es quien lidera el equipo de la Delegación Episcopal para la Verdad y la Paz y planteó la necesidad de ser coresponsables. "La vida comunitaria donde se vive el buen trato, quienes forman parte de ella pueden estar atentos ante cualquier situación que pueda afectar a otras personas más vulnerables, niños, niñas, adolescentes, ancianos, personas con capacidades diferentes, etc. Los terceros responsables son los garantes de quienes no pueden ejercer sus derechos o cuidarse por sí mismos". Hay que hablar y conversar sobre el abuso y promover ambientes sanos en toda la sociedad, "cuántos niños están sufriendo en sus propios hogares, cómo nos gustaría que ellos pudieran llegar a un ambiente seguro, a la comunidad eclesial donde desarrollarse en plenitud. No podemos olvidar que el año pasado hubo 28 mil denuncias de abuso sexuales en fiscalía, de las cuales el 80% se produjeron en los hogares de los menores. No podemos olvidar esa cifra". Y terminó su presentación provocando a los asistentes, "debemos irradiar a esta sociedad con paz, con diálogo cara a cara, con justicia, con justicia social, con palabras como construir, perdonar, avanzar. Este es un tiempo de mayor compromiso de fe para salir de esta crisis. El Señor nos necesita a cada uno de nosotros y a todos juntos".

Así lo entendió también Constanza Rubio, estudiante que participa en la Parroquia del Santísimo Sacramento, "es importante para nosotros los jóvenes participar de estas instancias, ser generadores de soluciones, generadores de discusiones y reconocer también qué pasa adentro de mi comunidad y desde ahí empezar a surgir y a tomar otras medidas de cambios".

Rosa Fuentes, coordinadora de la Parroquia Santa Ana agradece espacios como este foro, "Hemos pasado grandes dolores y una forma de irlos superando es a través de esto, de ir conociendo los testimonios (...) Creo que si lo seguimos conversando vamos a volver a lo que necesitamos, volver al centro, al ver que Dios me ama y con todo lo que ha pasado Dios ha estado ahí. Creo que es eso lo que tenemos que empezar a reaccionar, no ver tanto la cosa mala sino cómo podemos salir de eso, cómo podemos decir 'sí el Señor está presente en mi vida cómo yo lo irradio".

Los desafíos son muchos, la necesidad de reparación y justicia es parte de lo que se está haciendo. La tarea es gigantesca, a la búsqueda de la verdad y la paz, se le unen la prevención, la investigación y todo lo que invite al diálogo suma a la reconstrucción que está viviendo la Iglesia. El construir ambientes sanos en la Iglesia es el objetivo, para luego contagiar a la sociedad en la que habitamos.