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Martes 4 de agosto de 2020

Comunidad de San Saturnino estrecha lazos en once parroquial online

Té, café, galletas, pan y la conexión a Zoom. Los feligreses desde sus casas tenían todo listo a las seis de la tarde para compartir la “once parroquial” y conversar un rato, compartir la vida. Aunque sea a la distancia.

Por: Giselle Vargas Noguera, Comunicadora Parroquial

Con el objetivo de estrechar lazos y compartir un momento fraterno, la comunidad de San Saturnino se reunió el sábado 1 de agosto en una once parroquial online. Poco antes de las 18:00 horas los feligreses comenzaron a conectarse por Zoom con sus mesas preparadas para compartir un tecito o un café virtual. 

A las palabras de bienvenida de Manuel Araya, del equipo de Servicio Fraterno, le siguió el saludo y bendición de los alimentos del párroco Álvaro Chordi.

Contentos de compartir la mesa con hermanos en la fe, Manuel inició una reflexión sobre las emociones que han brotado en este tiempo de pandemia y cuán importante es reconocerlas.

Luego los feligreses pasaron a salas grupales para conversar sobre esas vivencias y se dieron cuenta que tenían mucho en común: incertidumbre por lo que vendrá, temores, esperanzas, alegrías, nostalgia por quienes no ven hace mucho, pero por sobre todo fe en que el Señor no abandona y sigue alentando a encarnar su Evangelio con los más cercanos, en medio de la comunidad y en el barrio Yungay.

Al completar casi una hora de encuentro Manuel propuso alegrar la tarde con dos actividades lúdicas. Hubo risas y agradecimientos por esos momentos tan necesarios.

La idea de la once parroquial, cuenta Manuel Araya, nació “del deseo natural de toda comunidad que es compartir la vida. Lo veíamos en el inicio de la Misa, antes de empezar la transmisión por Zoom: nos preguntábamos los unos por los otros, recordábamos a los ausentes y una que otra anécdota”.

“Desde el consejo parroquial nos preguntamos –dice Manuel- ¿cómo crear un espacio para no perder este deseo comunitario tan rico?”. En ese sentido, él afirma que esta once se transformó en una evidencia más de que “la comunidad sigue más viva que nunca: nos queremos volver a ver, nos hacemos falta y es lindo saber que no estamos solos en el camino del Evangelio”.