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Artículo

Martes 22 de junio de 2021

Sabemos que en medio de las tormentas y dificultades, Jesucristo siempre está con nosotros

En el Evangelio de este domingo, Jesús calma las aguas tormentosas y salva a los discípulos que iban en la barca, signo de las graves dificultades de los tiempos actuales, en que pareciera que el mundo perece, pero no estamos solos, afirmó el obispo Cristián Roncagliolo en la misa dominical.

Periodista: José Francisco Contreras

Fuente: Comunicaciones Santiago

Link fuente: www.iglesiadesantiago.cl

“Crucemos a la otra orilla”, esta es la invitación del Evangelio, dijo. Los discípulos van en la barca a la tierra de los gerasenos “a vivir la experiencia del Señor, que va expulsando  demonios y sanando en esa tierra. Pero para lograr eso tienen que cruzar el lago, hacer la travesía, tienen que desinstalarse, dejar la seguridad de la orilla, para moverse navegando hacia el lugar donde vivirían el amor y la sanación”. Precisó que esta palabra de Dios “nos interpela fuertemente a comprender la vida cristiana como un camino en permanente movimiento y, sobre todo, de desinstalación”. Agregó el padre Roncagliolo que para poder vivir nuestra fe "es esencial movilizarnos del confort de la comodidad para adentrarnos en las dificultades y anunciar a Jesucristo a aquellas personas y realidades que necesitan del anuncio, del llamado a la conversión”.

Más adelante en su homilía, el Obispo Auxiliar de Santiago afirmó que recorrer este camino de ser testigos de Cristo, de estar dispuestos a navegar con viento en contra, con las dificultades de la cultura de nuestro tiempo, no es fácil, que para cumplir esta misión hay que vivir las vicisitudes de la tormenta: “Hoy día ser cristiano es difícil, dar testimonio de la fe muchas veces resulta incomprendido, muchas veces resultamos criticados por ser cristianos, las tormentas nos vienen por la cultura, por la secularización, por nuestras propias heridas y pecados”.

Estas tormentas, señaló el obispo, parecieran desestabilizarnos y “preocuparnos más de nosotros y nuestra seguridad que de la misión a la  cual hemos sido convocados”, como los discípulos en la barca que zozobraba, que perdieron la paz, la alegría, se desanimaron y perdieron el entusiasmo. Pero Jesús, enfatizó, aunque dormido, estaba con ellos y “cuando uno vive las dificultades de la vida, tiene que saber que nunca está solo, como lo prometió: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”’.

Luego, planteó una interrogante: “La vida cristiana está llena de olas y tormentas, ¿la queremos vivir o preferimos quedarnos tranquilos en una orilla confortable que claramente no conduce a la vida? La provocación es clara. Ser cristianos hoy día es asumir la dureza que significa dar testimonio en un tiempo difícil”. Para alimentar esta fuerza testimonial, lo fundamental es el encuentro con Cristo, manifestó el pastor: “Si yo no cultivo mi vida cristiana no podré ser testigo. Sin Cristo no hay misión”.